Es bien sabido que Lomas de Angelópolis es un conjunto que
cuenta con 34 hectáreas de áreas verdes, distribuidas entre parques, paseos
peatonales, glorietas, áreas de convivencia y jardines.
Y que la red de 29 parques (que en conjunto equivalen a 47
veces el tamaño del Estadio Azteca), está unida con un circuito verde que
alberga una ciclo pista de 8.4 Km. de longitud. El circuito es ideal para
caminar, correr, practicar el ciclismo y trasladarse desde las zonas
residenciales hasta el Town Center, los parques y las escuelas. Esto reducirá
de manera importante el uso del automóvil, contribuyendo así a una mejor
calidad del aire y a un espacio común sin contaminación auditiva.
Asimismo, Lomas de Angelópolis Cascatta contará con un
sistema de drenajes separados para cuidar el agua: uno para agua pluvial y otro
para aguas negras. El primero conducirá el agua de lluvia directamente a los
ríos y arroyos que rodean al desarrollo y el segundo llevará las aguas negras a
una planta de tratamiento a cargo de Concesiones Integrales.
Las áreas verdes urbanas: una alternativa para mejorar el
microclima urbano
Debido a la acelerada tasa de crecimiento que hoy en día se
registra en los centros urbanos de todo el mundo, se ha hecho cada vez más
necesaria la creación de los espacios verdes arbolados como una defensa del
hombre contra la enervante actividad antrópica.
El desarrollo armónico de las ciudades implica un adecuado
diseño urbanístico que incluya un ordenamiento acorde a las construcciones,
enmarcadas en un contexto humanizado. El crecimiento de las ciudades,
particularmente de Latinoamérica, no ha permitido cumplir a cabalidad de este
precepto. La mayor parte de las ciudades de nuestro continente sufren los
estragos del crecimiento desordenado, a causa de una inadecuada planificación
urbana.
Debido a que las ciudades sacrifican el entorno natural en
las que están asentadas, se originan cambios sustanciales a nivel ambiental,
teniendo como denominador común la contaminación citadina que incluye dentro de
sus principales elementos los desechos no reciclables, los gases nocivos
expedidos por automóviles e industrias y finalmente la contaminación sónica.
Una de las formas de contrarrestar el caos urbano es la
correcta planificación y administración de sus áreas verdes, ya que por medio
de ellas se humaniza la ciudad y se rescata en gran medida el ambiente natural,
minimizando los efectos de contaminación.
La vegetación de una ciudad, cumple para la mayor parte de
los habitantes un servicio esencialmente ornamental y paisajístico: es
agradable a la vista, da una sensación de frescura y proporciona sombra. Pero,
a pesar de estas cualidades tan positivas, siempre ha habido una ambigüedad con
respecto a la vegetación de las zonas urbanas, en especial por parte de los
urbanistas, ya que por un lado se propicia la construcción de edificaciones,
autopistas, estacionamientos y otras infraestructuras, todo esto en detrimento
de la vegetación, y por otra parte, se controla la misma cercándola y
limitándola.
La calidad de vida de una zona urbana depende en gran parte
de la calidad y el mantenimiento de los espacios verdes. El desarrollo
urbanístico de las grandes ciudades depende y se encuentra estrechamente
relacionado con la expansión del bosque urbano.
La presencia de espacios verdes atenúa el impacto de la
contaminación proveniente de vehículos de motor e industrias, así como también,
actúan como neutralizantes de varios contaminantes, productos de la actividad antrópica,
entre ellos la contaminación sónica, y son también reguladores térmicos en las
ciudades y sitios para la recreación y la salud.
Las áreas verdes urbanas representan un eslabón fundamental
en la regulación del microclima urbano, en la regulación de ruido, en el
mejoramiento de la calidad de aire, en la disminución de la erosión del suelo,
en el incremento de la biodiversidad y sirven de hábitat y alimento para la
fauna silvestre, y como lugar para el asentamiento y descanso de muchas especies de aves migratorias.
Los árboles urbanos ayudan a mejorar la calidad del aire
refrescándolo y limpiándolo. La ingeniería del paisaje, mediante plantaciones
estratégicas, puede conservar la energía y mantener un ambiente confortable sin
aire acondicionado. En la medida en que reducen la necesidad de consumir
combustibles fósiles, los árboles son una buena inversión para atenuar el
efecto invernadero.
Los espacios verdes arbolados contribuyen a la formación de
microclimas urbanos placenteros. Disminuyen los niveles de anhídrido carbónico
(CO2), monóxido de carbono (CO) y anhídrido sulfuroso (SO2), las cuales son
responsables de la formación de calina y brumo en las zonas urbanas. Se estima
que mientras el ser humano consume entre 500 y 600 gramos de oxígeno al día, un
solo árbol urbano adulto y frondoso puede producir esa cantidad en poco más de
20 minutos.
Los arboles de las áreas verdes urbanas, al igual que los de
los bosques, ayudan a conservar el suelo, mejorando las propiedades físicas,
químicas y microbiológicas, impidiendo deslizamientos en ecosistemas frágiles
con terrenos en pendiente, como ocurre en el caso de los taludes.
Asimismo, las zonas verdes desempeñan un papel esencial en
la biodiversidad urbana. Mediante redes de zonas verdes se mejora la conservación
de la vida y la biodiversidad; los cinturones verdes y las avenidas verdes
pueden servir como corredores biológicos.
Gran parte de los árboles que revisten de verde a las
grandes ciudades, además de poseer un valor estético, representan una fuente de
alimento para la fauna urbana y para el propio hombre, arboles como el mango
(Mangifera indica L.), el merey (Anacardium occidentale (Pers.) K. Schum.), el
níspero (Manilkara achras (Mill.) fosb.), el semeruco (Malpighia glabra L.), la
guayaba (Psidium guajava L.) y el limón (Citrus aurantiifolia (Christm.)
Swingle), entre otros, han servido además durante años como objeto de comercio
en los principales centros urbanos.
PROBLEMÁTICA ACTUAL DE LAS AREAS VERDES URBANAS
Aun, a pesar de la importancia que representan estos
espacios, hoy en día, solo se consiguen retazos de vegetación en las grandes
ciudades, ya sea en los pocos parques que quedan, en casas, calles y avenidas,
así como en los jardines públicos y privados.
Las actividades económicas han producido un crecimiento
desmedido y anárquico de las grandes urbes, por lo que se ha utilizado la mayor
parte de su territorio para satisfacer las demandas urbanas de su población.
Mientras esto sucede, las áreas verdes se han reducido a su mínima expresión,
siendo ya pocas las calles y avenidas por las que se puede transitar
agradablemente bajo la sombra de un árbol.
El establecimiento de áreas verdes urbanas es una práctica
imprescindible la cual está ubicada entre la ecología y la forestaría, sin
embargo no ha sido bien
canalizada, en un solo esfuerzo, para crear áreas o espacios verdes que en
conjunto enriquezcan y expandan el bosque urbano de las grandes ciudades, esta
problemática ha sido detectada cuando se transita por las calles y se observan
plantas sembradas en sitios inadecuados o en condiciones desfavorables para su
desarrollo, lo que en parte se debe a la mala planificación urbanística, al
abandono y al desconocimiento de las especies de plantas, sus usos y el manejo
desde el punto de vista urbanístico.
De igual forma, el adornado de las áreas verdes en los
principales centros urbanos, erróneamente ha sido enfocado en una decoración
provisional al utilizar especies de plantas introducidas, que ha terminado por
desplazar a otras especies nativas de alto valor. Sembrar arboles introducidos
se ha convertido en muchos casos en una practica poco ecológica para los
centros urbanos. Cultivar especies introducidas resulta a largo plazo una
practica no sustentable.
Por lo general las plantas introducidas requieren mayor
mantenimiento, y son más susceptibles a enfermedades ocasionadas por hongos,
bacterias u otros organismos, así como también, por factores del medio
ambiente, lo que no resulta ecológica y económicamente sostenible.
De igual manera, también es muy frecuente observar: arboles
abandonados y/o ubicados cerca y debajo del cableado eléctrico u otros sitios inadecuados, la práctica
de pintar los troncos de los arboles y la poda indiscriminada por los
habitantes de los centros urbanos es muy común.
ALGUNAS SOLUCIONES
La solución a este problema, no es eliminar drásticamente a
las especies introducidas; la solución más bien, es desplazarla con el cultivo
de especies autóctonas, especialmente utilizando aquellas que se encuentran en
peligro de extinción en los bosques y que por sus características, se les puede
atribuir un uso ornamental.
Es importante que a la hora de planificar la creación de
áreas verdes, se realicen estudios exhaustivos de las plantas más adecuadas que
deben ser utilizadas, sus usos y su manejo desde el punto de vista urbanístico.
Asimismo, siempre debe contarse con el apoyo de especialistas en el área de la
arboricultura, la botánica, el paisajismo y la arquitectura, para garantizar a
largo plazo resultados más satisfactorios. Siempre debe hacerse énfasis en el
uso de plantas autóctonas, las cuales requieren menor mantenimiento y se
adaptan mejor a las condiciones ambientales de los espacios públicos de las
ciudades.
A continuación algunas recomendaciones generales para
mejorar las condiciones ambientales de las áreas verdes urbanas.
La arborización debe estar enfocada, más que en un fin
decorativo, centrarse en una práctica ambiental bien planificada. Por tanto, en
la arborización deben seleccionarse las especies más duraderas y no utilizar
especies, que aunque posee crecimiento rápido, son de vida muy corta.
Deben seleccionarse especies de árboles de gran durabilidad,
tronco recto, copa piramidal y redonda y con sistema radical profundo, a fin de
evitar el levantamiento de pavimento que perjudique al transeúnte.
Se deben sembrar árboles en estado semi-adultos y
desarrollados que sobrepasen los 3 m de alto, no se deben plantar en avenidas y
calles, arboles pequeños que no excedan los 2 m de altura, que en la mayor de
los casos, son víctimas de la actividad antrópica de los centros urbanos.
En la arborización de avenidas y calles, especialmente en
sus islas divisorias centrales, deben utilizarse especies arbóreas resistentes,
de tronco y copa bien desarrollados y árboles que puedan ofrecer un atractivo
permanente por su follaje y su floración vistosa, es decir, árboles que
presenten hojas perennes o que las renueven en un lapso de pocos días.
Para los lugares de suelo escaso, como islas de avenidas y
aceras con poco espacio, deben utilizarse sólo árboles, arbustos o algunas
hierbas ornamentales muy resistentes, capases de desarrollarse en ambiente
microclimático de semi-desierto urbano.
Es primordial que en la arborización deban preferirse las
especies autóctonas a las introducidas, lo cual resulta una práctica ecológica
y económica más sustentable.
Se debe evitar el pintado de los troncos de los arboles de
blanco y otros colores, que aunque quizás pueda parecer muy estético para
algunas personas, resulta perjudicial para una función importante de la planta
como es el intercambio de gases con el medio ambiente.
Deben evitarse en lo posible aquellas especies que ensucien
demasiado los pavimentos por la caída constante de sus hojas, flores y frutos.
La plantación de vegetación ornamental debe estar
relacionada con el diseño paisajista y la planificación urbana. Las especies
más adecuadas son las que presentan un follaje persistente y gran resistencia a
las condiciones ambientales.
En todo plan de arborización se debe incluir un modelo de valoración económica del árbol en ambientes urbanos. Se debe considerar el valor básico del individuo:
Costo de producción, plantación y mantenimiento en vivero-Costo de plantación y
mantenimiento en el sitio definitivo. Así mismo, es importante conocer el el
valor intrínseco de la especie: Riesgo de extinción, aporte paisajistico,
servicios ambientales, sensibilidad a la contaminación y actitud del individuo
dentro del espacio urbano.
Es primordial la realización de jornadas de arborización
bien planificadas, seleccionando las especies más apropiadas para cada uno de
los lugares que se quiera arborizar,
haciendo un estudio exhaustivo de cada planta, sus usos y su manejo desde
el punto de vista urbanístico.
Asimismo, es importante la participación de las comunidades
en la ornamentación de su ciudad. Resulta primordial integrar a las comunidades
en las jornadas de arborización y fomentar en ellos una conciencia ecológica y
conservacionista integrándolos en la práctica del cuidado y el mantenimiento de
los espacios verdes.
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