La psicología del color es un campo de estudio que está
dirigido a analizar el efecto del color en la percepción y la conducta humana.
Sin embargo, en un sentido más amplio, el estudio de la
percepción de los colores constituye una consideración habitual en el diseño
arquitectónico, la moda, la señalética y el arte publicitario.
Entre muchos ejemplos, en la antigua China los puntos
cardinales eran representados por los colores azul, rojo, blanco y negro,
reservando el amarillo para el centro.
De igual forma, los mayas de América central relacionaban
Este, Sur, Oeste y Norte con los colores rojo, amarillo, negro y blanco
respectivamente.
En Europa los alquimistas relacionaban los colores con
características de los materiales que utilizaban, por ejemplo rojo para el
azufre, blanco para el mercurio y verde para ácidos o disolventes.
Uno de los primeros estudiosos que analizó las propiedades
del color fue Aristóteles, que describió los “colores básicos” relacionados con
la tierra, el agua, el cielo y el fuego.
Plinio el viejo abordó el tema del color en el libro 35 de
Historia Naturalis, que constituye un conjunto que puede considerarse el
tratado de historia del arte más antiguo que ha llegado hasta nosotros.
En el siglo XIII Sir Roger Bacon registró sus observaciones
sobre los colores de un prisma atravesado por la luz, atribuyendo el fenómeno a
las propiedades de la materia.
Con posterioridad a éste, entre los siglos XIV y XV, Cennino
Cennini escribe el que sería el más famoso tratado de técnicas artísticas en las
que hace cuidadosas observaciones acerca de los colores.
Más tarde Leonardo da Vinci clasificó como colores básicos
al amarillo, verde, azul y rojo de acuerdo a aquellas categorías de
Aristóteles, agregando el blanco como receptor de todos los demás colores y el
negro -la oscuridad- como su ausencia. Recién empezado el siglo XVIII, Isaac Newton plantearía los
fundamentos de la teoría lumínica del color, base del desarrollo científico
posterior.
De todas formas, el precursor de la psicología del color fue
el poeta y científico alemán Johann Wolfgang von Goethe (1749-1832) que en su
tratado “Teoría del color” se opuso a la visión meramente física de Newton,
proponiendo que el color en realidad depende también de nuestra percepción, en
la que se halla involucrado el cerebro y los mecanismos del sentido de la
vista. De acuerdo con la teoría de Goethe, lo que vemos de un objeto no depende
solamente de la materia; tampoco de la luz de acuerdo a Newton, sino que
involucra también a una tercera condición que es nuestra percepción del objeto.
De aquí en más, el problema principal pasó a ser la subjetividad implícita en
este concepto novedoso. Elegir el color adecuado para cada espacio de tu casa con el
fin de estimular los sentidos no es más una función que sólo un decorador de
interiores puede realizar, tú
mismo puedes escoger la tonalidad adecuada para cada ambiente basándote en la
psicología del color.
Aquí unos consejos para sacarle provecho a cada espacio:
Para la habitación de una pareja son recomendables los
colores derivados del naranja como el color durazno y el salmón pues generan la
sensación de fraternidad y unidad, además son vinculados al trabajo en equipo.
Los tonos rosas también son adecuados por sus efectos relajantes y su
asociación con el romance.
Para la habitación de los niños, las gamas de azules son
propicias, presentes en muchos elementos naturales, estimulan la relajación y
la reflexión y ayudan a calmar a los más pequeños. Los verdes son también una
buena elección evocando crecimiento, naturaleza y expansión, estos tonos son
ideales para favorecer la creatividad.
En la habitación de los adolescentes, la gama de azul es también
recomendada gracias a los efectos calmantes, además los morados y violetas
generan tranquilidad y también favorecen la creatividad.
Para la sala son recomendables los colores cálidos, que
hagan sentir a tus invitados como en su propio hogar, los tonos provenientes
del amarillo, sin ser muy fuertes pueden ser favorecedores, además de aportar
luz al espacio. Los colores fuego como rojos y amarillos son demasiado
estimulantes, por lo que si vas a usarlos hazlo con moderación, en elementos
pequeños o rincones determinados. Si algún miembro de tu familia sufre de
depresión es ideal crear un pequeño espacio con estos colores para estimularlo.
En lugares como el baño o el estudio, el blanco es una buena
elección, refleja pureza y limpieza y estimula el intelecto. Debe usarse con
inteligencia pues en ambientes muy fríos puede evocar el vacío, sin embargo
combinado con elementos decorativos de color ayuda a crear un espacio muy
agradable, sobretodo para trabajar.
Los elementos decorativos como cuadros, lámparas y cortinas
darán el toque final a cada espacio, por lo que puedes aplicar la psicología
del color también en ellos, por ejemplo pintando un espacio de un color más
neutro y agregándole vida con pequeños detalles.
A pintar!!!
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